Reseña.- Bajo esta denominación, la revista National Geographic nos ofrece un exquisito tour a través de diversos territorios en la investigación científica del cerebro-mente, donde conoceremos a personas extraordinarias, casos extremos, tecnología de punta e investigadores acuciosos. El artículo principal intitulado "El cerebro de Corina", con motivo de la operación de un tumor cerebral de nuestra protagonista, nos relata la evolución de la investigación del cerebro y su organización funcional. Desfilan por sus páginas los pioneros Paul Broca y Carl Wernicke, a quienes debemos la localización de importantes centros del lenguaje; W. Penfield, a quien debemos el método de estimulación de regiones cerebrales con electrodos, de gran utilidad para el estudio de las funciones cerebrales y la cirugía; finalmente, las modernas técnicas de neuroimagenología como son la imagenología óptica de señales intrínsecas (IOS) y la imagenología por resonancia magnética funcional (IRMf). Todos estos recursos cooperan y hacen posible el gran reto de los cirujanos: extraer el tumor cerebral sin comprometer - o comprometer lo mínimo necesario - la competencia lingüística bilingüe de Corina.
Pero, ¿cómo funciona el cerebro? - ¿como una computadora? - Tal era la respuesta que ofrecía la ciencia de fines de la década de 1980. Sin embargo, la realidad ha resultado más compleja. "Hoy sabemos que está organizado de manera mucho más maleable y adaptable, y que cambia con cada percepción y acción" (Pp. 26) "...es un proceso bien distribuido, más parecido al Internet" (Pp. 14 - Toga, Arthur). Y de ello nos da cuenta, particularmente bajo el epígrafe "en un abrir y cerrar de ojos" con motivo de la percatación de una araña en nuestra vecindad. Se analizan las estructuras cerebrales comprometidas con el "qué", el "dónde", el "recordar" y el "reaccionar" según nos lo revela el electroencefalógrafo y las imágenes por resonancia magnética.
Otro territorio de interés es el de las emociones y su expresión plástica en nuestros rostros. Siguiendo la estela de Darwin y Paul Eckman, el autor reporta las ideas de universalidad de las expresiones faciales de las emociones básicas (como son: el temor/sorpresa, el enojo, la felicidad, la tristeza, la repugnancia y el desdén) y el carácter aprendido de la mayoría de los desencadenantes emocionales. En la misma línea, una serie de artículos resucita la vieja controversia innato/aprendido en relación con diversas manifestaciones conductuales y los estudios recientes dan cuenta de su coparticipación. Así, en el caso del miedo, se identifica el protagonismo de la amígdala y se concluye con una probable predisposición de los primates (incluido el ser humano) al temor respecto a lo potencialmente dañino mas no a los agentes inocuos. Sobre el oído absoluto, se establece su asociación frecuente mas no necesaria con las lenguas tonales y donde la estimulación cultural parece jugar un rol preponderante. En otro campo, el estudio de la mente de los bebes arroja la sorprendente conclusión de una predisposición innata para la noción de permanencia de los objetos, para mirar rostros, etc., predisposiciones que lo conducirán a la búsqueda de experiencias (estimulación ambiental) para el desarrollo de la mente.
¿Qué pasaría en la configuraciçón de la actividad cerebral si se depriva - accidental o experimentalmente, temporal o permanentemente, a edad temprana o adulta - una modalidad sensorial? Bajo el epígrafe "mente alterada" y con el ejemplo de la "ceguera" se siguen los estudios de Alvaro Pascual - Leone sobre la neuroplasticidad y se pone en entredicho la tesis de la organización cerebral en modalidades sensoriales. Aportan también a la comprensión de la plasticidad cerebral y el crecimiento del cerebro las investigaciones con taxistas londinenses (mnemónicos) y malabaristas (¿alemanes?) que desafían el dogma del no-crecimiento del cerebro adulto, aunque no ofrecen todavía la correcta perspectiva: ¿reorganización de los circuitos existentes?, ¿incremento de conexiones neuronales?, ¿nacimiento de células cerebrales nuevas? - esta temática y su importancia terapéutica es abordada bajo el epígrafe "cerebro más grande".
El artículo que nos ocupa no es ajeno a las expresiones patológicas del cerebro - mente. La exploración del autismo y de la hipergrafía de desliza por la frontera - más acá o más allá - entre normalidad, excepcionalidad y talento. Bajo el epígrafe "genio autista", los científicos invocan su interés por las estructuras cerebrales y las bases genéticas que parecen estar asociadas a la condición autística. Mientras tanto, Tito Mukhopadhyay (15 a) se las arregla para demostrarnos que su condición no siempre tiene que asociarse con el retraso mental y que, pese a todo, pueden encontrarse en ella rasgos de sensibilidad, madurez y genialidad. En otra entrada, "expresión extrema", el protagonista de fondo es el lóbulo temporal, cuya actividad exaltada puede dar lugar a la hipergrafía, un síntoma maniaco que es a la escritura lo que la verborrea a la palabra hablada. Ilustra el cuadro la neuróloga Alice Flaherty quien ¡ironía! juega el doble rol de paciente e investigadora del fenómeno, y cuya compulsión por la escritura afecta no sólo a la frecuencia de la conducta sino también al instrumento, esto es, "convierte" en papel cualquier superficie aparente: las paredes, los instrumentos de trabajo e, incluso, su propio cuerpo. Como en el caso de la verborrea, la hipergrafía no arriba necesariamente a un producto de calidad, pero puede echar luces sobre la participación cerebral en la creatividad literaria.
Finalmente - y como broche de oro - los patrones de actividad cerebral asociados a la espiritualidad no han sido descuidados por los investigadores. Bajo el epígrafe "estado espiritual" se muestra una instantánea sobre los estudios científicos en materia de meditación y configuración de la mente/cerebro. Meditadores experimentados - como monjes tibetanos -, meditadores aprendices y no meditadores han pasado por el respectivo registro de actividad cerebral, arrojando constantes que iluminan nuestro entendimiento. Así, mientras que la corteza (pre)frontal derecha está asociada a emociones negativas, la corteza (pre)frontal izquierda lo está a temperamentos más positivos y saludables. Huelga decir que hay diferencias en línea base y grados de desarrollo según la categoría experimental de los sujetos.
Con este tour, que se nos hace corto, apreciamos la multifacética complexión del estudio del cerebro - mente, el mismo que pese a sus dificultades intrínsecas habrá de permitirnos una comprensión y un dominio mayor de nosotros mismos en las esferas cognitiva, emocional, volitiva, psicomotriz y trascendental. |