CAGLIOSTRO, Autor: Gordon Gaskill*
DURANTE SIETE AÑOS DESLUMBRANTES ESTE PRÍNCIPE DE LOS CHARLATANES EJERCIÓ GRAN INFLUENCIA EN EUROPA. Y POR CIERTO QUE ALGUNOS DE SUS "MILAGROS" SIGUEN SIENDO INEXPLICABLES. ***** Para sus millones de admiradores no había nada que el gran maestro no pudiera hacer: transformar plomo en oro, duplicar el tamaño de un diamante, dar suavidad de seda a una burda tela de algodón. Juraban que sus misteriosos elíxires habían curado milagrosamente a enfermos desahuciados, que conocía el pasado y podía predecir el futuro. *****No eran sólo las masas ignorantes las que creían en este enigmático personaje que se hacía llamar el conde de Cagliostro y que deslumbró a Europa durante siete años, pues también fascinó a los grandes de su tiempo: reyes, príncipes, cardenales, obispos, hombres de ciencia y filósofos. *****¿Quién era el fantástico personaje? Él confesaba sin ambages que Cagliostro no era su verdadero nombre, pero se encogía de hombros y declaraba: "He tenido muchos nombres. ¿Qué es un nombre?" A veces pretendía haber nacido antes del diluvio universal, haber conocido bien a Moisés y a Salomón, haber sido discípulo de Sócrates y haber charlado con varios emperadores romanos. Recordaba el excelente vino que paladeó en unas bodas celebradas en cierto pueblo de Galilea llamado Caná. Cuando todo el mundo fechaba sus cartas en el año 1785, él escribía en las suyas el de 5555. *****Resulta difícil decidir qué es más increíble: el que tanta gente aceptara semejantes falsedades, o que aquel charlatán fuera capaz de sacar tanto de la nada. Pues la verdad es que se llamó Giusseppe Balsamo y había nacido en 1743 en el seno de una familia muy pobre de Palermo (Sicilia). Detestó la escuela de frailes donde estuvo muy corto tiempo, aunque sacó partido de lo poco que aprendió en el primitivo laboratorio de química del colegio, pues conoció algunas tretas que le fueron después muy útiles. Robó el cepillo de los pobres y los ahorros de su tío, y huyó de la ciudad para vagabundear algunos años por la zona mediterránea, incluyendo Egipto, donde aprendió unas cuantas frases en árabe que le resultarían muy valiosas para engañar a los crédulos. *****Volvió a Roma en 1768 y allí se las ingenió para vivir a costa de la credulidad ajena. Preparaba en un instante cremas cosméticas y supuestos afrodisíacos que vendía luego como buhonero; copiaba y vendía "obras maestras" (incluso de Rembrandt), falsificaba bonos, billetes de banco y hasta testamentos que los tribunales juzgaron auténticos en varios casos. También se casó con Lorenza Feliciani, bella joven de 15 años, de los barrios bajos, a la que utilizaba como anzuelo para atraer incautos ricos, fingiendo no enterarse de que lo engañaban con ella. La increíble pareja, tras muchos tropiezos con la ley, tuvo que huir de Roma y vagó casi diez años por Europa y África septentrional, viviendo de los mismos expedientes. *****Todo cambió para ellos en Londres, en 1777. Habiendo amasado la entonces considerable fortuna de 3000 libras esterlinas, comenzaron a vivir lujosamente, con otros nombres. En vez de Giuseppe y Lorenza Balsamo, aparecieron el afable conde Alessandro de Cagliostro y su bella esposa, la condesa Serafina, a la que (explicaba él) había rescatado de un harén oriental. *****Al mismo tiempo ingresó en una logia masónica de Londres, y pronto persuadió a sus hermanos de que lo eligieran "gran maestro" (único título auténtico que tuvo en toda su vida). La masonería se difundía por todo el continente, atrayendo con frecuencia a los hombres más ricos y nobles de cada nación. Así, cuando Cagliostro empezó a viajar de nuevo por Europa (esta vez como gran maestro inspector de una respetable logia londinense), encontró que se le abrieron muchas puertas. *****Viajó en elegantes carruajes, servido por gran número de criados vestidos con suntuosas libreas, mientras él y la "condesa" resplandecían con los trajes y las joyas más costosos. ¿De dónde procedía aquella fortuna? Para sus admiradores, la respuesta era sencilla: él podía tomar el metal común y transformarlo en tanto oro como le hiciera falta...e incluso fabricar diamantes en caso necesario. *****Un auditor de cuentas habría encontrado otras respuestas. Una rica fuente era cierto "rito egipcio" de la masonería inventado por él, del cual se nombró Cagliostro jefe, con el título de "gran copto", y se atribuyó el derecho de cobrar las elevadas sumas que había que pagar por la iniciación. La masonería era entonces sólo para hombres, pero él, con magistral inspiración, creó una rama femenina de su rito y nombró jefa de ella a su esposa con el título de "Reina de Saba". Las señoras más ricas y nobles de París se disputaban el honor de ingresar en esa logia. *****El costo de afiliarse al rito especial subió más todavía que la reputación del "gran copto". Un hombre pagó 300 luises para ingresar en él, y, si es verdad que en el momento culminante del fundador había decenas de miles de afiliados en toda Europa, también lo es, por la misma razón, que existían muchísimos luises de oro. Lo que atraía a todas esas personas era la promesa de Cagliostro de compartir gran número de sus sagrados secretos con los hermanos dispuestos a pagar la cuota. *****Más, a pesar de las promesas, en la mayoría de los secretos intervenían elíxires misteriosos que, por extraña coincidencia, sólo el gran copto podía hacer y proporcionar... a precios altos, muy altos. Qué contenían en realidad, sólo Cagliostro lo sabía. Sin embargo, las raras fórmulas suyas que han llegado hasta nosotros muestran que utilizaba las mismas hierbas medicinales empleadas en su tiempo por todos los médicos, aunque él las presentaba de modo misterioso. Por ejemplo: envolvía las píldoras para los ricos en pan de oro, con lo que intensificaba el efecto sicológico, y, por supuesto, aumentaba el precio. No cabe duda de que pocos hombres han tenido más poder que él a la cabecera de los enfermos. Su mirada era irresistible, e incluso un enemigo suyo confesó: "Traté de hacer que bajara la vista mirándolo fijamente, pero no pude lograrlo; fui yo el que tuvo que dejar de mirarle a los ojos". *****La esposa de Cagliostro le ayudaba lealmente, en especial con las señoras. Aunque tenía en realidad unos 30 años, confiaba a princesas y duquesas, pendientes de cada una de sus palabras, que su verdadera edad era de 60 años o más, y que sólo el mágico elixir de cinco gotas elaborado por su esposo le permitía conservar su aspecto juvenil. Sus oyentes le pedían a gritos el mejunje, a cualquier precio. ***** El éxito del charlatán italiano en Europa fue increíble. En Curlandia, ducado báltico independiente, gran parte de los nobles llegaron a proponer que lo elevaran al trono (honor que el conde rechazó prudentemente). Tuvo menos éxito con la Zarina de Todas las Rusias, Catalina II, a quien sólo logró divertir. Pero muchos cortesanos rusos tomaron en serio a Cagliostro. Un ministro del imperio rogó al maestro que ayudara a su hermano loco, al que había que mantener atado. Al ordenar Cagliostro que lo desataran, el loco se abalanzó contra él dando un rugido y amenazando matarlo. El italiano, sereno, lo derribó de un puñetazo, hizo que lo arrojaran a un río helado y ordenó en seguida que lo sacaran a rastras. El hombre se calmó, pidió disculpas a todo el mundo y dicen que desde entonces gozó de cabal salud. *****El maestro se trasladó después a Estrasburgo, donde su llegada, en 1780, constituyó un rumboso acontecimiento, y donde, por espacio de un año, realizó algunas de sus curaciones más famosas. También ocurrió allí su encuentro con el príncipe-cardenal Louis de Rohan, arzobispo de la ciudad. Rohan, uno de los hombres más ricos de Francia, tenía la fama de ser quizá el individuo más arrogante de la más altiva nobleza del mundo. Enterado de la llegada de Cagliostro, el príncipe-cardenal envió un sirviente a llamarlo. Profundo conocedor de la naturaleza humana, Cagliostro respondió: "Si el príncipe está enfermo, que venga a verme y lo curo. Si no está enfermo, no me necesita, ni yo lo necesito a él." *****Nadie había hablado nunca en esos términos al poderoso cardenal. Éste, al oír el recado, enmudeció primero por la osadía de tal respuesta; y, tras reflexionar unos minutos exclamó: "¡Sublime!" Para asombro de Europa, se humilló, pretextó una leve dolencia con el fin de salvar las apariencias y rogó al maestro que lo ayudara. El príncipe-cardenal quedó totalmente prendado de Cagliostro. Un día Rohan le pidió que tratara de salvarle la vida a su primo, el príncipe de Soubise, que estaba muriendo de escarlartina, casi inofensiva como enfermedad infantil, pero a menudo mortal cuando atacaba a los adultos. Y el príncipe tenía más de 60 años. Los mejores médicos de París habían confesado su incapacidad para curarlo. *****Cagliostro entró en la habitación del enfermo y examinó en silencio al decaído príncipe. Luego sacó del bolsillo un frasco lleno de líquido y dio instrucciones muy precisas: diez gotas aquel día, cinco al siguiente y dos al tercero. "Al tercer día", aseguró el maestro al viejo príncipe, "podréis abandonar el lecho un rato; al quinto, podréis dar un corto paseo en coche; a los 20 estaréis completamente curado y cumpliendo de nuevo vuestras obligaciones en la corte." ***** Para asombro de todos, la udaz predicción se cumplió casi al pie de la letra. Desde entonces todo el mundo, del príncipe al más humilde ciudadano, llevaba la efigie del conde en cajitas de rapé, abanicos para señoras, hebillas de zapato, fajas, sortijas, etcétera. *****Cuando la fama y la fortuna de Cagliostro habían llegado al cenit, sobrevino el desastre (a causa precisamente de la amistad con Rohan, que lo había ayudado a encumbrarse tanto). El príncipe-cardenal se vio implicado en la turbia intriga del famoso caso del collar. Rohan, que había perdido el favor de la reina María Antonieta, creyó poder reconquistarlo consiguiéndole un collar de diamantes que deseaba la soberana. La joya, sin embargo, desapareció. El escándalo fue tal que llegó hasta el trono y manchó el honor de la reina. El rey, furioso, ordenó que encerraran a Rohan en la Bastilla, y los protegidos de éste, los Cagliostro, también fueron a parar a la prisión por sospechosos de estar complicados en el caso. ***** Por increíble que parezca, Cagliostro era inocente aquella vez. En un juicio público fue absuelto de toda culpa y miles de admiradores lo llevaron a su casa en triunfo. A la mañana siguiente, sin embargo, llegaron las órdenes irrevocables del airado monarca: los Cagliostro debían salir de Francia para siempre. Pero todavía peor era que, mientras volvían a vagar por Europa, Cagliostro fue enterándose poco a poco de que, durante los nueve meses de encierro en la Bastilla, su esposa había revelado gran parte de su verdadero pasado a los jueces. Entonces empezaron a divulgarse ciertos detalles del expediente. Se había roto el encanto. La vida era para él desagradable y sórdida. Se iba quedando sin dinero, cosa embarazosa para un hombre con pretendidos poderes de elaborar todo el oro que necesitara. ***** Para colmo de males, la "condesa Serafina" le asestó el golpe final. Nunca había amado a su esposo, pero permaneció a su lado mientras la vida era encantadora, lujosa y emocionante. Ya estaba hastiada de él, asqueada de la humillante existencia de ambos y, sobre todo, sentía nostalgia. No cesaba de importunarlo para que regresaran a Roma. ***** Al fin él accedió: fue la decisión más imprudente de su vida, pues era francmasón, y todo católico romano que ingresaba en la francmasonería no sólo incurría en excomunión por hereje, sino también en la pena de muerte. En los países que recorrieron hasta entonces los Cagliostro habían pasado por alto el severo decreto, y la Inquisición había perdido desde mucho tiempo antes el poder que tuvo en otra época. Pero era muy diferente la situación los Estados Pontificios, de los que Roma era capital. Sin embargo, Cagliostro trató de recobrar su fortuna organizando una nueva logia masónica de "rito egipcio" en una reunión ampliamente dada a conocer. ***** Casi al instante intervino la policía pontificia. Su esposa lo abandonó de nuevo, lo denunció como hereje y confesó todavía más secretos de los que había revelado a la policía francesa. Ella esperaba salvarse, pero fue en vano: la encerraron en un convento para el resto de sus días. La terrible maquinaria de la Inquisición estuvo en movimiento durante más de 15 meses. El 7 de abril de 1791 leyeron públicamente la sentencia impuesta a Cagliostro: pena de muerte como hereje, aunque, por gracia del papa, se le conmutaba por la de cadena perpetua. ***** Quizá ningún otro prisionero de la Iglesia, ni antes ni después, estuvo tan rigurosamente vigilado. Sus carceleros creían que se podía escapar de algún modo mágico, haciéndose invisible o transformándose en pájaro. Al fin, en el más horrible calabozo de la más inexpugnable fortaleza-prisión de Italia, el famoso mistificador murió el 26 de agosto de 1975. Tenía sólo 52 años. ***** Por ironía del destino, este príncipe de los charlatanes que pretendía ser inmortal ha alcanzado una cierta inmortalidad, y todavía persiste la polémica sobre sus pretendidos poderes. Muchos de sus milagros son hoy fáciles trucos para cualquier prestidigitador de circo. Sin embargo, la comisión de eminentes médicos y científicos que nombró en 1784 el gobierno francés para juzgar las supuestas curaciones logradas por Cagliostro y otros curanderos, informó que las curaciones de éste eran auténticas y reconoció no haber podido explicarlas científicamente. ***** Sin duda el estafador llamado Giuseppe Balsamo engañó a muchas personas. Pero se puede considerar al conde de Cagliostro un precursor inconsciente del uso de los poderes curativos de la fe. En realidad, si algún día se encuentra su tumba, podríamos poner esta inscripción en su lápida: "Aquí yace el gran mago de la estafa."
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