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¿A dónde se dirige la actividad Scenia ?
Nuestros fines y objetivos ofrecen una clara idea del rumbo que tomamos; ahora, tendría que ubicarme en cada una de nuestras unidades para dar una respuesta diferenciada.
Haciendo un esfuerzo de síntesis, en el instituto perseguimos primero, la Conciencia Unitiva, resonante con el Logos. Para eso, estudiamos la vida y el mensaje de las grandes almas que se han desenvuelto en momentos cruciales de la historia humana en diversas áreas. Un Sócrates, una Hypatia, un Cristo, una Juana de Arco, un Mahatma Gandhi, un Newton, un Kant, un Einstein, un Marx, para citar sólo algunos. Mujeres y hombres que supieron interpretar y direccionar una época sea desde las parcelas de la política, de la religión, del arte y, clara está, la ciencia y la filosofía. Expresamos acá, un fuerte componente yoghístico, aquel que nos remonta a la experiencia cumbre de la Unidad.
Luego, nos interesamos por la Ciudadanía del Universo, si no a escala presencial, a escala conciencial y cultural. En esta esfera gravitan muy especialmente nuestros esfuerzos interculturales, transdisciplinarios y transpersonales. Consideramos que el Viviente Humano debe trascender el parroquialismo al que ha sido programado socialmente. Una mayor visión es condición necesaria para un desarrollo pleno.
La tercera línea es la Misión del Saber. Esta se desenvuelve en varias esferas y en varios niveles, desde el voluntariado cultural, la alfabetización científico - noésica, hasta contribuciones teóricas, metodológicas y paradigmáticas.
Siguen, las embajadas por la Paz. No una paz ilusa o una relativa tranquilidad individualista, sino una Paz instalada en Condiciones Cósmicas, Ecológicas y Sociales adecuadas. Nos comprometemos con el respeto irrestricto de los Derechos Humanos Económicos, Sociales y Culturales.
Finalmente, apuntamos a la promoción y construcción del desarrollo y la calidad de vida en condiciones óptimas y de equilibrio.
Todos estos valores no necesariamente son canalizados desde Urania Scenia & Itipcap dada la naturaleza académica de la institución, sino que son valores cultivados, ilustrados, difundidos y que hallarán su caja de resonancia en otros medios, llámense ONGs ecológicas, medios de comunicación, partidos políticos o comunidades de base organizadas.
La primera impresión que se tiene al dar lectura de sus fines y objetivos es que, en lo fundamental, Urania Scenia & Itipcap está orientada al desarrollo y/o la enseñanza de la ciencia, o de una rama de la ciencia; pero luego, en el curso de la conversación, salen a colación intereses más amplios, que lindan con territorios no científicos. ¿Cómo lo explica?
En principio, me gustaría hacer una distinción entre las adjetivizaciones "no científico" y "pseudo científico". La extensión del primer término es mayor que la del segundo y lo incluye; la intensión también varía; por lo tanto, no se trata de clases equivalentes. Puede predicarse "no científicidad" de la poesía, la música, la religión, la cartomancia, la ciencia - ficción, entre otras manifestaciones de la cultura. Reservamos la categoría "pseudo científico" para todos aquellos discursos que sin ser científicos, pretenden pasar por tales y para ello, adoptan a su manera el lenguaje de la ciencia, algunos métodos y técnicas propios de los científicos, sin - claro está - renunciar a cierto motu propio conceptual, procedimental, experiencial y organizacional.
Lo que se incluye y lo que se excluye respecto de la categoría "ciencia" depende, en primer lugar, de nuestra visión de "ciencia", de todo el ensamblaje y la institucionalización paradigmática (socioepistemológica) que ésta ha hecho de sí, y que no es unívoca. Por allí se habla de "ciencias maduras" y de "ciencias jóvenes"; también, de discursos protocientíficos, en relación con el grado de "realización" de tal(es) ideal(es) de ciencia, que representan las distintas disciplinas: matemática, física, economía, historia o linguística, por citar sólo algunas.
Lo que quiero enfatizar es que estas decisiones no son caprichosas como quisieran algunos anarquistas. Existen visiones, tradiciones, marcos de trabajo, y todos ellos en permanente interdiscursividad que transcurre de los niveles técnicos a los epistemológicos y viceversa; siendo ello lo único que les asegura un desarrollo real antes que uno propagandístico.
Otra categoría interesante es "paracientífico". Ignoro realmente quién la usó por primera vez, con qué intensión y con qué intención. Para rescatarla, no puedo identificar su significación a "no científico" ni a "pseudo científico", por la extensión en el primer caso y por la coloración peyorativa, en el segundo. Quizás la categoría "protocientífico" pueda hacerle una cierta justicia, pero, pensándolo bien, creo que no, pues lo protocientífico está alineado en "espíritu" con la tradición oficial de la ciencia y se distancia de ella sólo en sus realizaciones. De este apresurado análisis creo concluir que la "paraciencia" se corresponde con visiones alternativas de ciencia, esto es, heterodoxas, no oficiales, aquellas que se resisten a ser excluidas de la "cientificidad" o, en otra actitud, aquellas que se resisten a llegar a ser absorbidas por ella, según cánones oficiales: alineación vs alienación.
Las distinciones hechas me parecen interesantes, pero no contestan mi pregunta. Se la formularé de otro modo: en sus relaciones con la ciencia, ¿la conducta institucional de la Scenia será científica, pseudocientífica, protocientífica o paracientífica?
Eso es a lo que yo llamo una buena pregunta: provocadora en la forma, esclarecedora en el contenido, comprometedora en el espíritu. Se lo contestaré sin rodeos. Rechazamos, en principio, la pseudociencia, porque nada puede esperarse de una actitud que vive de apariencias, es interferente y no tiene conciencia autocorrectiva. Con la protociencia, esperamos que su propia dinámica interna le permita la madurez. Todos nuestros esfuerzos están dirigidos al desarrollo de ciencias y paraciencias (desligadas estas últimas del componente "pseudo") y a facilitar su acercamiento desde la racionalidad.
Quizás sea polémica nuestra apuesta por la categoría paracientífica, pero nuestra vocación intercultural exige esa apertura al no pretender que el estilo cognoscitivo que predomina en occidente sea el único valedero. No quiero adelantar opinión sobre los habitantes concretos dentro de cada categoría, pero me permito recordar que la actitud nuestra es cónsona con la de ese gran epistemólogo ginebrino, Jean Piaget, quien identificó tres grandes categorías en el escenario de las teorías del conocimiento: las metacientíficas, las paracientíficas y las científicas. Pues bien, un diálogo entre las tres es lo que nos interesa mantener en el tratamiento de nuestra temática.
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