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Pero ya Antúnez habla de un componente PSI no formal, energético (luego, no se le debe confundir en cuanto constructo con su homólogo de los parapsicólogos) instalado al interior del nucleolo del electrón (una instancia hipotética), y al que señala como responsable de la vida: "[E]se elemento excitado sería capaz de crear un campo de fuerza biológico particular o línea divisoria, entre la materia bruta y la viviente" (Cit. en 1:105-6).

Lo puntual del caso es Antúnez asegura que "dicho campo irradiado tiene propiedades psíquicas y físicas" (cit. en 1:101, 106), "no parece provenir del funcionamiento del cerebro del sujeto" (ibíd., 1:103), actúa "como una persona completamente autónoma" (íd), "como si poseyese inteligencia, voluntad y sentimientos propios (ibíd., 1:106), "en lecturas de pensamientos y en otros fenómenos 'metapsíquicos' que salen fuera del campo de nuestros conocimientos científicos actuales" (ibíd., 1:103) y —más aún—está dotado de fantasía creadora” (ibíd., 1:106). También, que "podía proyectarse aún después de la muerte y hacerse visible en forma de 'fantasmas'".(ibíd., 1:104).

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