VI. AD VERITATEM PER SCIENTIAM - EL LEGADO DE SPERO A LA CIENCIA
*** Estaba ocupado en mi biblioteca escribiendo un tratado sobre las condiciones de vida en otros mundos que giran alrededor de otros soles y reciben de ellos luz y vida; cuando, elevando mis ojos a la repisa de la chimenea, fui impactado por la expresión, podría casi decir, de animación, en el semblante de mi querida Urania. Era la misma expresión agradable y animada que antaño - ¡Ah! ¡Cuán rápidamente gira la Tierra, y cuán raudamente pasa un cuarto de siglo!-, que antaño, -y me parece como si fuera ayer- en aquellos días juveniles que han pasado con tanta presteza, había cautivado mis pensamientos e inflamado mi corazón. No pude evitar dejar que mi mirada se aloje en ella incluso ahora. Ella era, en verdad, tan hermosa como en aquel entonces, y mis sentimientos no habían cambiado. Ella me atrajo como la llama atrae a la polilla. Me levanté de la mesa para aproximármele, y observé de nuevo el singular efecto de la luz sobre su mudable semblante, y, sostenido por el hechizo, permanecí de pie delante de ella, olvidándome de mi trabajo. *** Su mirada parecía penetrar en la distancia, pero era animada, y parecía fija sobre algún objeto. ¿Sobre qué? ¿Sobre quién? Yo tenía una curiosa convicción de que ella podía realmente ver, y, siguiendo la dirección de su ojeada, fija y solemne, aunque no severa, mis ojos cayeron sobre el retrato de Spero, colgando en la pared, entre dos estantes. *** La mirada de Urania estaba fija inmutablemente sobre él. Repentinamente el retrato cayó con un estrépito al suelo, su marco se quebró en pedazos con la caída. *** Me abalancé. El cuadro estaba tumbado delante mío sobre la alfombra, El apacible rostro de Spero miraba hacia mí. Cuando lo levanté vi en el suelo una gran hoja de papel, descolorida por el tiempo, y cubierta en ambos lados con caracteres escritos en la caligrafía de Spero. ¿Cómo fue que nunca había observado este papel antes? Cierto, puede haber permanecido allí inobservado, escondido de la vista por el cartón en la parte posterior del retrato. En efecto, cuando había traído conmigo el cuadro de Christiania, no se me había ocurrido ver cómo estaba enmarcado. ¿Pero quién pudo haber tenido la extraña idea de colocar la hoja de papel allí? Fue con extrema sorpresa que reconocí la caligrafía de mi amigo, y leí esas dos páginas. De acuerdo con toda la apariencia, ellas habían sido escritas el último día de la existencia terrestre del joven científico - el día de su ascenso hacia la región de la Aurora Boreal - y, sin duda, el padre de Iclea había, para mayor seguridad, colocado éstos, los últimos pensamientos supremos de Spero, en el marco con su semejante. Él había olvidado informarme de esto cuando me dio el retrato de mi amigo, en el tiempo de mi peregrinaje a la tumba de los amantes. *** Como quiera que haya sido, yo experimenté una vívida emoción cuando, colocando el cuadro cuidadosamente sobre la mesa, examiné cada rasgo de ese amado semblante. ¡Cuán bien recordaba esos ojos, tan apacibles y todavía tan penetrantes, con sus misteriosas profundidades, esa frente amplia y serena, esa boca delicada pero ligeramente sensual, el color transparente de la cara, cuello y manos! No importa dónde colocara el retrato, su mirada parecía seguirme, pero sin dejar a Urania. ¡Era una singular fantasía del pintor! No pude evitar pensar en los ojos de la diosa, que parecían descansar con una tierna melancolía sobre su joven adorador. Así como las sombras del crepúsculo oscurecen un día sereno, de igual modo una divina pena parecía nublar ese noble semblante. *** Pero recordé al fin la misteriosa hoja de papel. La escritura sobre ésta era limpia y precisa, sin ningún borrón. Lo transcribo aquí como era, sin alterar una sola palabra o siquiera una coma, porque parece formar la natural conclusión a los acontecimientos cuya narración ha sido propósito de este libro. * * * *** Éste es el legado dejado a la ciencia por un alma que incluso aquí en la Tierra buscó sin cesar separarse de los lazos de la materia, y quien aspira a ser liberado de ellos. *** Deseo dejar para quienes me sucedan en la forma de aforismos, los resultados de mis investigaciones. Creo que sólo podemos llegar al conocimiento de la verdad a través del estudio de la Naturaleza, es decir, a través de la ciencia. Aquí están, entonces, lo que me parece ser las deducciones naturales fundadas en este método de observación. I. *** El Universo visible, tangible y ponderable, incesantemente en movimiento, está compuesto de átomos invisibles, intangibles, imponderables e inertes. II. *** Para formar cuerpos y organizar seres ésos átomos deben ser influidos por fuerzas. III. *** La fuerza es el elemento esencial del ser. IV. *** La visibilidad, la tangibilidad, la solidez, la densidad, el peso, son propiedades relativas, no realidades absolutas. V. *** Lo infinitamente pequeño: VI. *** Los átomos, intangibles, invisibles, apenas concebibles por nuestras mentes acostumbradas a juzgar por apariencias, constituyen la única materia real, y eso que llamamos materia es sólo el efecto producido sobre nuestros sentidos por los movimientos de los átomos, es decir, una incesante posibilidad de sensaciones. VII. *** El Universo visible está compuesto de átomos invisibles. Eso que vemos está hecho de cosas que no vemos. *** Hay sólo una especie de átomos primitivos; las moléculas constitutivas de diferentes cuerpos, - el hierro, el oro, el oxígeno, entre otros, difieren sólo en el nombre y en el agrupamiento y la acción de los átomos que los componen. VIII. *** Eso que llamamos materia desaparece cuando el análisis científico cree que lo ha aprehendido. Lo que mantiene al Universo en existencia, el principio de todas las formas de materia, es la fuerza, los elementos dinámicos. *** Por el ejercicio de mi voluntad puedo provocar que la Luna se desvíe de su curso. *** Los movimientos de todos los átomos en nuestra tierra son el resultado matemático de todas las ondulaciones del éter; en cuanto les llega de los abismos del espacio infinito. IX. *** El principio esencial del ser humano es el alma. El cuerpo es aparente y transitorio. X. *** Los átomos son indestructibles. XI. *** La existencia del alma como una entidad individual sobre la Tierra, es de reciente data. Nuestro planeta fue primero nebuloso, luego un globo de fuego, luego caos; en ese tiempo no existía ser terrestre alguno. La vida comenzó con el organismo más rudimentario; éste ha tomado siglos para alcanzar su presente estado, que no va a ser su estado final. La inteligencia, la razón, la conciencia, lo que llamamos las facultades del alma, son de reciente data. El espíritu gradualmente se ha liberado de la materia como - si la comparación no fuera demasiado material -- el gas se libera del carbón, el perfume de la flor, la llama del fuego. XII. *** La fuerza psíquica empezó a afirmarse hace treinta o cuarenta siglos: en las esferas superiores del ser terrestre su acción está hasta aquí en sus inicios. XIII. *** La Tierra es sólo una provincia del país eterno; es una parte del cielo. El cielo es infinito: Todos los mundos forman una parte del cielo. XIV. *** Los sistemas planetarios y siderales que constituyen el Universo están en diferentes grados de organización y progreso. La extensión de su diversidad es infinita; los habitantes de un mundo están siempre en armonía con su ambiente. XV. *** Todos los mundos no están habitados actualmente. La época presente no es de mayor importancia que las épocas que le preceden, o que aquellas que le han de seguir. Tales y tales mundos fueron habitados en el pasado, hace miríadas de años; tales y tales otros serán habitados en el futuro durante miríadas de edades todavía por venir. Un día, nada permanecerá de la Tierra, y sus mismas ruinas serán destruidas. XVI. *** La vida terrestre no es el tipo de vida en otros globos. La diversidad infinita reina por todo el Universo. Hay estancias donde la gravedad es intensa, donde se desconoce la luz, donde los sentidos del tacto, del olfato, del oído, son los únicos sentidos, y donde al no estar formado el nervio óptico, todos los seres son ciegos. Hay otros donde la gravedad es apenas sensible, y donde los seres son tan ligeros y tan tenues que serían invisibles a los ojos terrestres, donde los sentidos de una exquisita delicadeza revelan a espíritus privilegiados, sensaciones desconocidas a la humanidad terrestre. XVII. *** El espacio que existe entre los mundos esparcidos a lo largo del Universo, no los aísla uno del otro. Todos ellos están en comunicación perpetua con cada uno de los otros a través de la fuerza de atracción que es constantemente ejercida a través del espacio. XVIII. *** El Universo es una Unidad. XIX. *** El sistema del mundo físico es la base material, el habitat del sistema del mundo moral o físico. La astronomía, entonces, debe ser la base de todas las religiones o credos filosóficos. Cada ser pensante carga consigo el sentimiento - pero también la duda - de la inmortalidad. Esto es porque nosotros somos partes infinitamente pequeñas de un mecanismo desconocido. XX. *** El hombre hace su propio destino. Se eleva a sí mismo, o se rebaja por sus obras. Aquellos que están atados a intereses materiales, que son ambiciosos, miserables, hipócritas, mentirosos, los hijos de Tartufo, habitan, con los perversos, en las zonas inferiores. Pero una ley primordial y absoluta rige la Creación; la ley del Progreso. En el Infinito todas las cosas tienden hacia arriba; las faltas son caídas. XXI. *** En el progreso ascendente de las almas, las cualidades morales no tienen menos valor que las intelectuales. La bondad, la adhesión a una causa, la abnegación, el sacrificio, purifican el alma y la exaltan, como lo hacen el conocimiento y el estudio. XXII. *** La Creación Universal es una grandiosa sinfonía de la cual la Tierra es sólo un acorde insignificante, soso e ininteligible. XXIII. *** La Naturaleza es un devenir perpetuo. El progreso es la ley. La progresión es eterna. XXIV. *** La eternidad no bastaría a un alma, para explorar el infinito, y aprender todo lo que es para ser conocido. XXV. *** El destino del alma es liberarse más y más del mundo material y pertenecer definitivamente a la vida uraniana más alta, donde ésta domina a la materia y no sufre más. El fin supremo del ser es un perpetuo progreso hacia la perfección absoluta y la felicidad divina. * * * *** Tal fue el legado dejado a la ciencia y filosofía por Spero. ¿No parece éste haber sido dictado por Urania misma? *** Las nueve musas de la mitología antigua eran hermanas. Las concepciones científicas modernas tienden también, a su turno, a la unidad. La astronomía, o el conocimiento del mundo material, la psicología, o el conocimiento del ser, se unen hoy para formar la única base en la cual es posible construir la filosofía del futuro. * * * * * * * *** P.S.-- Los episodios anteriores, las investigaciones registradas y las reflexiones que las acompañan están aquí reunidas en una suerte de Ensayo, para servir como faros en la investigación del más grande de los problemas que pueden interesar a la mente humana. Es como tal que el presente trabajo se presenta a la consideración de aquellos quienes, como Dante dice, ocasionalmente paran "a la mitad del camino de la vida", para preguntarse qué son ellos, cuáles son sus fines, sus pensamientos, sus sueños. FIN
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